Qué es la turismofobia? ¿Por qué se produce? ¿Qué razones llevan a muchos vecinos principalmente de grandes plazas turísticas a decirles a los turistas que se marchen? ¿Estamos acabando con la gallina de los huevos de oro?
Lo cierto es que el término “turismofobia” ya es un neologismo aceptado por la Real Academia Española de la Lengua. Ello sólo indica que es una palabra que se ha asentado entre la sociedad. En este post vamos a analizar qué es la turismofobia y cuáles son sus orígenes.
A los turistas se les está haciendo culpables de la masificación y del aumento de precios en las ciudades y zonas turísticas más importantes de España. Nuestro país ha roto moldes. Y en el último año han entrado más de 75 millones de turistas, cuando la población española es de 45 millones. Lo que ocurre es que esta entrada masiva se produce principalmente entre los meses de abril y septiembre. Podemos inferir que durante este periodo España dobla su población.
Esto tiene consecuencias en los alquileres. Se dan casos de personas desempleadas que han sido contratadas en el sector servicios de una determinada localidad y que no han podido ocupar sus empleos debido a los elevados alquileres. Se les ofrece un sueldo de 900 euros y han de pagar por una habitación más de 600. Incluso se dan casos de que los inquilinos son obligados a vaciar sus pisos durante la época alta para que sus propietarios se aprovechen de los precios que cobran a los turistas.
En algunos lugares el término turismofobia debería ser sustituido por “vecinofobia”. Los turistas “toman” los centros urbanos y zonas muy pobladas y no respetan el descanso de los autóctonos del lugar. Hay fiestas y ruidos hasta altas horas de la madrugada. También hay prácticas que causan alarma como por ejemplo el “balconing”, jóvenes sobre todo que, después de haber bebido en la mayoría de ocasiones, apuestan a ver quién se lanza a una piscina del hotel desde sus balcones.
En este sentido ya ha habido ciertos ayuntamientos que se han afanado en legislar contra estas situaciones. El de Barcelona ha restringido la construcción de plazas hoteleras y ha dictado leyes contra los pisos turísticos, la mayoría de ellos ilegales, que hacen competencia desleal al turismo legalmente establecido y esconden sus beneficios a Hacienda. Lo que también es un perjuicio para el conjunto de la sociedad.
El Gobierno de España no se ha quedado en este punto cruzado de brazos. Ha llevado a cabo inspecciones para limitar esta práctica, instado por las patronales del sector hotelero. De todas formas es difícil detectar y acabar con este fraude.
Esa entrada de turistas masivos, a la que hemos de añadir también el turismo nacional, hace que en determinados lugares turísticos los servicios públicos dejen mucho que desear. Hay escasez de personal en los hospitales para hacer frente a la demanda y los cuerpos de seguridad del Estado –léase bomberos, policía local, policía nacional…- no puede hacer frente a todas las llamadas.
Claro que esto también ejerce cierta frustración entre los habitantes de una determinada zona, que ven como sus necesidades no son atendidas con la celeridad que creen merecer.
¿Corremos el riesgo de que la turismofobia acabe con la gallina de los huevos de oro? Porque, como ya hemos dicho, España recibió en 2016 más de 75 millones de turistas. Concretamente 75,3. ¿Qué ingresos generaron estas visitas? Pues nada más y nada menos que 77.000 millones de euros. El turismo supone algo más del 10 por ciento del PIB de España.
Desde luego que nadie en su sano juicio dejaría escapar tanta generación de riqueza y empleo. El turismo es el único sector productivo que incluso en épocas de crisis continúa creciendo. Y atención, porque según las autoridades el sector continuará creciendo durante los próximos años. Todavía no ha tocado techo.
Pero, ¿aumentará la turismofobia junto a las cifras del sector? ¿Qué se podría hacer para que España no se valorase como un país inseguro debido a las últimas protestas de grupos que se han manifestado contra el turismo?
Todo pasa por conseguir un turismo más sostenible. Las autoridades deben hacer un esfuerzo por conseguir que los servicios públicos funcionen correctamente durante las épocas de mayor entrada de los turistas. Este es un aspecto que no tan sólo favorecerá a los vecinos. También potenciará la imagen de España ante los ojos de los visitantes.
Mayor presencia policial en las calles durante la noche para que se respete el legítimo descanso de los vecinos es algo que también sería necesario. Por supuesto que esta medida también pasa por una mayor esfuerzo inversor.
También habría que idear campañas de concienciación entre los extranjeros para que este respeto sea efectivo. Y desde luego erradicar prácticas como el “botellón” o el “balconing”. Si bien es cierto que estas prácticas también se han promovido por algunos agentes del sector turístico nacional.
En definitiva estamos hablando de construir un turismo de calidad que aúne la convivencia entre residentes y visitantes. Si no se establecen estas políticas de calidad es posible que destruyamos el sector más pujante de la economía española. No ya por aquellos miembros que se han enrolado en este movimiento llamado turismofobia. Sino por el propio sector turístico y las autoridades.
Los empresarios del sector también tienen mucho que decir. No tienen que permitir en el área de sus respectivos negocios actitudes que puedan dañar la marca “España”. Es una marca prestigiosa y consolidada en los cinco continentes.
Por cierto, si estás interesado en conocer más sobre este tema puedes leer este artículo o este otro.
Y ahora una pregunta: ¿Qué opinas tú sobre la turismofobia? ¿Crees que este movimiento crecerá o se le puede poner freno? ¿Qué medidas adoptarías en el sector turístico?
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